En la década de los 90 del siglo pasado, con la llegada de las televisiones privadas y la telebasura, se pusieron de moda las “chicas Chin Chin”, en una de las cadenas, aunque hoy es más basura que entonces, curiosamente.
Aquellas chicas Chin Chin no tenían nada que ver con otro famoso Chin Chin de hacía muchos años. La del flan chino “el Mandarín”, cuya publicidad sencilla e ingenua era una cancioncilla que decía “El Mandarín, Chin, Chin… El Mandarín, Chin, Chin”.
Otro flan que preparaba mi madre, además del chino, era el Flanín El Niño, cuyo eslogan publicitario, si lo tenía, no viene a mi mente. En cambio sí recuerdo muy bien que la textura del chino era muy fina y la de El Niño era más fuerte y grumosa.
Porque en aquellos tiempos, los flanes no estaban ya hechos en los comercios, claro. Se hacían en casa, normalmente por las madres, terriblemente sometidas por el heteropatriarcado y todas esas cosas diabólicas que había en ese ambiente tóxico que es la familia tradicional y que, afortunadamente, las legiones progres van consiguiendo arrasar.
Y otro flan del que recuerdo la publicidad, aunque en casa no se consumía, creo que porque no estaba muy extendido en el mercado en esta región donde yo vivo, era el Flan Potax.
“Mamá, el flan Potax qué bueno está”
En cambio, por la radio y tele sí me llegaba el eslogan “Mamá, el flan Potax qué bueno está”. ¿Se dan cuenta? Decía “mamá”… ¡qué horror”” asignando ya a la pobre mujer el rol de flanera (hacedora de flanes, claro). Hoy diría “Mamá, papá, el flan o la flana fulana, que bueno o buena está”.
Supongo.
